Hans Prinzhorn, El arte de los enfermos mentales. Surrealismo y locura

De la psiquiatría a la historia del arte: Prinzhorn y las vanguardias

Hans Prinzhorn
Retrato de Hans Prinzhorn.

A pesar de su muerte prematura víctima del tifus, Hans Prinzhorn logró influir con una fuerza inusitada la escena vanguardista europea del primer tercio del siglo XX. Si bien su obra Bildnerei der Geisteskranken. Ein Beitrag zur Psychologie und Psychopathologie der Gestaltung  (“El arte de los enfermos mentales. Una contribución a la psicología y a la psicopatología de la creación”) no despertó la ovación de sus colegas psiquiatras en el momento de su publicación, acabaría por convertirse en referente y modelo de inspiración para los artistas surrealistas que pululaban en el París de entreguerras.

Bildnerei der Geisteskranken resulta fascinante en todos los sentidos: atrae poderosamente, embruja, llega a engañar los sentidos y a ofuscar la razón. Este volumen de Prinzhorn, cuya educación mixta en historia del arte y psicología imprimirían a su trabajo una huella muy personal, bascula entre la medicina y el arte, entre la psiquiatría y la estética, entre la disección y el caos. La espina dorsal del estudio lo conforman los miles de trabajos artísticos realizados por enfermos mentales que Prinzhorn, retomando el legado cedido por el psiquiatra Emil Kraepelin, reuniría y analizaría en conjunto durante sus años activos como médico en Heidelberg[1]. Es por ello que en «El arte de los enfermos mentales» guardan especial importancia las imágenes, que no solo ilustran y complementan el texto escrito, sino que clarifican y articulan la obra en su conjunto. Se suceden de este modo dibujos, pinturas, esculturas y composiciones, cuando no escritos y poemas compuestos por los pacientes afectos de disturbios mentales, que revelan un mundo alucinado, intenso y a menudo opresivo, con cierta tendencia a representar y reinterpretar escenas religiosas de evidente influencia cristiana. Observarlos es penetrar en otra dimensión, es ver la realidad desde las antípodas del orden en el que nos movemos, y es pisar el paraíso de los infiernos.

Der Würgengel
Franz Karl Bühler, «Ángel de la asfixia» («Würgeengel»).

Grandes artistas del (¿mal llamado?) «outsider art»

Hans Prinzhorn incluyó en su obra una amplia sección titulada “Diez biografías de artistas esquizofrénicos” (Zehn Lebensläufen schizophrener Bilder), en las que analizó su vida y obra, su contexto e influencias, y ofreció una síntesis perfecta de su método interdisciplinar. Los diez artistas seleccionados de entre los centenares que constituyen la materia prima sobre la que Prinzhorn construyó su obra fueron Karl Brendel, August Klotz, Peter Moog, August Neter (o Natterer), Johann Knüpfer, Viktor Orth, Hermann Beil, Heinrich Welz, Joseph Sell y Frank Pohl. Diez nombres, efectivamente, que no han trascendido las apretadas páginas de la obra de Prinzhorn para ocupar masivamente espacios expositivos y portadas de gruesos “coffee table books”, pero que influenciaron el trabajo de otros como Max Ernst o Salvador Dalí, quienes no necesitan presentaciones de ningún tipo.

August Neter Hexe mit Adler
August Neter, «Bruja con águila, cocodrilo y cornucopia» («Hexe mit Adler, Krokodil und Füllhorn»).

Y esto nos lleva a un segundo volumen, editado en 2009 por Thomas Röske e Ingrid von Beyme, que reúne una colección de artículos bilingües en inglés-alemán sobre la influencia de la obra de Prinzhorn sobre este –ismo concreto. “Surrealismo y locura” (Surrealismus und Wahnsinn/ Surrealism and Madness), que fue publicado con motivo de la exposición homónima (Heidelberg, 26/11/2009-14/02/2010), pone al desnudo la relación entre las reproducciones de las creaciones de pacientes recogidas en “El arte de los enfermos mentales”, por un lado, y las obras de los surrealistas, por otro. Desvela como los surrealistas hicieron uso de cuatro métodos creativos “propios del enfermo mental”, a saber: los dibujos automáticos, la combinación de motivos no relacionados entre sí, el método crítico-paranoico propugnado por Dalí[2] y el amalgamamiento de figuras. Cuatro técnicas que, sin mediación de teorías, manifiestos ni guías, los pacientes de Prinzhorn habrían practicado de manera intuitiva: no en vano, Prinzhorn consideró el arte de los pacientes mentales más auténtico y veraz que el practicado por los artistas de vanguardia, en cuanto representaba una experiencia interior no constreñida por las demandas del público ni de la crítica.

Esto nos lleva a cuestionarnos la esencia del trabajo del artista, puesto que, si este crea un arte que ya existe en la naturaleza, ¿no se asemeja acaso su labor a la del imitador, a la del impostor que, siendo cuerdo, se hace pasar por loco?


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Índice de artículos en Surrealismus und Wahnsinn/ Surrealism and Mad
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–          Thomas Röske, “Inspiración y paradigma inalcanzable. L’art des fous y el surrealismo”.

–          Gisela Steinlechner, “En secreto. Los dibujos automáticos de André Masson”.

–          Peter Bürger, “El señuelo de la locura: Sobre el problema de la ‘estética surrealista’”.

–          Thomas Röske, “El encuentro de Max Ernst con ‘El arte de los enfermos mentales’”.

–          Peter Gorsen, “El mundo imaginado de la locura de Salvador Dalí en comparación con ‘El arte de los enfermos mentales’ de Hans Prinzhorn. Una aproximación a la cuestión”.

–          Ingrid von Beyme, “Analogías artísticas: las amalgamas de cuerpos de Hans Bellmer reflejadas en ‘El arte de los enfermos mentales’”.

–          Bettina Brand-Claussen, “Sobre varios dibujos de Unica Zürn”.

–          “Unica Zürn escribe sobre su primera estancia en Sainte-Anne[3], septiembre 1962-marzo 1963”.

–          Barbara Safarova, “La búsqueda del absoluto de Unica Zürn”.

–          “Breve antología de textos surrealistas”.

–          Ingrid von Beyme, “Arte del psiquiátrico[4] como la ‘verdadera vanguardia’? La recepción surrealista del ‘arte de los locos’”.

Algunas notas editoriales y bibliográficas

Prinzhorn, H. Bildnerei der Geisteskranken. Ein Beitrag zur Psychologie und Psychopathologie der Gestaltung. Berlin: Springer, 1922. 1a edición*.

Röske, T. e I. von Beyme. Surrealismus und Wahnsinn/ Surrealism and Madness. Heidelberg: Prinzhorn, 2009.

*Para la preparación de esta entrada se ha utilizado la reedición de 1968.

ACTUALIZACIÓN: Poco después de la publicación de este artículo, la editorial Cátedra sacó al mercado la edición en español de la obra de Hans Prinzhorn.

Recursos electrónicos

Página web de la colección Prinzhorn (Heidelberg)

Exposición “Surrealismo y locura”


[1] Estas obras conforman el fondo Prinzhorn, actualmente constituido en museo con sede en Heidelberg. Para más información, consúltese la página web de la Prinzhorn-Sammlung (Colección Prinzhorn).

[2] Éste se basa en los dobles significados visuales de ciertas imágenes. Dalí se remite a los cambios de percepción que se producen durante algunas crisis mentales.

[3] Clínica psiquiátrica ubicada en París en la que la artista sería ingresada a causa de su esquizofrenia.

[4] “Asylum art”.


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15 comentarios

  1. Gran bagaje el que se lleva a Italia bajo el brazo, Prinzessin. Me parece que allí le costará encontrar este tipo de cosas…

    • Ah, pero Italia está llena de maravillas equiparables a la colección Prinzhorn, caro Signor Formica! Existe cierto museo en Turín que haría las delicias de cualquier seguidor de la Lista. Y un país que ha inspirado tantos relatos y novelas del fantástico nunca podría defraudarnos! En caso contrario, se lo haré saber…

  2. Ah, Torino città del Diavolo! ¿no es ahí donde se halla la cripta de los capuchinos, que con sus cráneos y una deliciosa inscripción aguan la fiesta a los curiosos recién llegados que tratan de disfrutar sus vacaciones? («Como eres tú fuimos nosotros; como somos nosotros serás tú»), o tal vez es en Roma, no lo recuerdo. Las primeras y borrosas impresiones que tengo asociadas con Italia son las de un cura matando a un recién nacido y cambiándolo por el súcubo de Satanás, y luego un cementerio (el de Cerveteri, al norte de Roma) donde Gregory Peck encuentra una tumba vacía de un bebé, o mejor dicho, una tumba conteniendo los huesos de una hiena o algo parecido… Fue en la primera película de la que tengo memoria, a los seis años o así, y en pantalla grande (mis padres siempre tan graciosos): «La profecía», de Richard Donner. Pero debo reconocer que culturalmente no es mi país favorito, y su comida me importa bien poco. Italia sería maravillosa, no lo dudo, sin los italianos. Personalmente la conozco de una breve visita a los estados pontificios, muy poco su literatura: «Corazón» de Edmundo D’amicis; Salgari; ese sujeto despreciable que fue Marinetti; el buen Saviano, que con sus libros no ayuda precisamente a apreciarla; Baricco, con sus novelitas rosas; el entrañable quejica de Pavese, Lampedusa y poco más. Precisamente estoy leyendo ahora «El cementerio de Praga» de Umberto Eco, bien entretenido, aunque risible en su visión de la cultura germana (¡ese ridículo personaje al que llama Fröide! ¡y el gran espía Stieber!) y a años luz del magistral «El Péndulo de Foucault», que justifica la existencia de una civilización él solo… ejem, esto me ha quedado un poco III Reich quizá. En fin, prejuicios personales aparte, sin duda es un país con una gran historia… disfrútelo todo lo que pueda, que son dos días!

    • Jajaja! Efectivamente, ni Italia es tan caótica e insalvable como algunos predican, ni Alemania responde siempre a esa idea de precisión y buen hacer que le hemos atribuido los países mediterráneos, o al menos esta es mi impresión después de haber vivido en ambos países…

      El último libro de Eco todavía lo tengo pendiente, aunque continúa circulando entre la familia y los amigos. Y espero que este blog sirva para descubrirte/os/me autores y libros italianos (entre otros) que merezca la pena rescatar.

      Por cierto: te confirmo que existe una cripta de los capuchinos en Roma (iglesia de la Inmaculada), aunque por dimensiones y despliegue «funerario», resulta mucho más impresionante el cementerio delle Fontanelle de Nápoles. El museo de Torino que mencioné de pasada en un comentario anterior es el Museo Criminologico Cesare Lombroso, que desgraciadamente todavía no he tenido la oportunidad de visitar.
      El enlace, aquí: http://www.museocriminologico.it/lombroso_1.htm

  3. Siniestras investigaciones las que llevaba a cabo Lombroso. Más siniestro todavía lo que se acabó derivando de ellas en los albores del siglo XX -sus conexiones con la eugenesia nazi y anglosajona.

    Su museo en Turín debe ser algo digno de verse, sin duda. Recuerdo que en mi primera visita a Berlín tenía por una de las paradas posibles (una vez cumplido mi objetivo de visitar la tumba de Hoffmann) el Berliner Medizinhistorisches Museum der Charité, una especie de «Kabinett des Grotesken» con toda clase de criaturas extrañas, aparatos ortopédicos demenciales y demás. Mi mala pata habitual o ese maligno Dämon que me acompaña y que hace que todo lo que programo salga justo al revés, provocó que fuese ingresado de urgencias precisamente en el hospital de la Charité, al cual supongo que aquél estaba anexo, y allí pude conocer la versión moderna de esos espantosos aparatos quirúrgicos sólo que en mi propia piel.

    En el fondo y por lo que sé, el dichoso museo excedía de lejos mi interés por lo morboso (fetos de freaks en formol, etc.).

    La web número 1 sobre este mundo tétrico pero fascinante me parece que es esta:

    http://morbidanatomy.blogspot.com/

  4. Signor Formica: ¡visitó usted la tumba de Hoffmann! Toda mi admiración y respeto.

    Princesa, menciona usted a la escritora Unica Zürn, y esto me trae recuerdos de una lectura lejana de «El hombre jazmín» y «Primavera sombría» que igual me animo a recuperar. Y por descontado, su artículo, como siempre, una lección.

  5. Bien,bien.No sólo los libros comentados son interesantes si no que los comentarios a los libros también lo son y los comentarios a los que comentan los comentarios no lo son menos.
    Voy a disfrutar mucho leyéndoos.

  6. […] El arte de los enfermos mentales (1922). En este ensayo escrito por el psiquiatra alemán Hans Prinzhorn se exploran, por primera vez y de manera sistemática, las cualidades estéticas del arte producido por los enfermos mentales. Las obras que Prinzhorn recoge, las reproducciones que incluye en el volumen y las notas relativas a cada paciente-artista no solo marcarían un hito en los estudios psicológicos y terapéuticos, sino que también ejercerían un fuerte influjo en las vanguardias europeas. […]

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