Historias de La dama oval: Carrington, Ernst, de Barsy

Cada libro, por modesta que sea su estirpe, cuenta al menos dos historias: una la relata el autor/ra que la escribe; la otra, el lector que llega a ella y la descubre. El libro que protagoniza EnLaListaNegra esta semana no hace sino constatar esta teoría.

la dame ovale_copertinaLeo “La dama oval” (La dame ovale), escrita por Leonora Carrington (1917-2011) e ilustrada por siete collages de Max Ernst (1891-1976), en una primera edición de 1939 que tomo prestada de cierta biblioteca universitaria. En concreto, leo el ejemplar 532 de una tirada de 535. El volumen, me temo, ha sido reencuadernado, cosa que no ha impedido que algunas hojas (de un papel grueso, flexible pero resistente, ligeramente amarillentos los bordes) se hayan desprendido de la tripa. Los cinco cuentos son crueles y bellos. Como los cuadros de la propia Carrington, se expresan con un lenguaje visual, onírico, simbólico, surrealista. Contarles el argumento, intentarlo siquiera, resultaría un acto sacrílego, injusto y, sobre todo, inexacto. En este sentido, sin embargo, puede servirme de ayuda la segunda gran historia que cuenta el ejemplar 532 de La dame ovale.

Decíamos que este librito formado tan solo por algunas decenas de páginas (¡pero qué páginas!) narra una segunda historia. Su protagonista se llama Martine de Barsy. Su nombre aparece escrito sobre la página inicial del volumen en bolígrafo de tinta azul, una línea ligeramente ascendente lo subraya y lo sostiene (de otro modo, es bien sabido, se caería de la página, perdiéndose para siempre). Imagino que Martine fue la propietaria de este libro en algún momento, y que posteriormente lo donó (ella, sus familiares, tal vez) a esa cierta biblioteca universitaria que ahora lo posee. Es más, teniendo en cuenta el número de catálogo del libro, diría que esa donación se produjo alrededor de 1978.

Martine de Barsy no sólo utilizó un bolígrafo de azul para legitimar su propiedad, sino que también lo empuñaría para marcar algunos pasajes del libro. Lo sé, les parecerá aberrante, pero no olvidemos que era su libro. Véanlo así: las marcas de tinta son heridas de lectura.

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¿Qué pasajes marcó Martine? Una pequeña selección.

Matilde habla como nosotros; hace diez años que le partí la lengua en dos. ¡Qué hermosa criatura! (La dama oval).

Lucrecia se tira en la nieve, que ya era profunda, y revolviéndose dentro grita: «¡Todos somos caballos!» (La dama oval).

El animal que mejor conocí fue una joven hiena. Ella me conocía también; era muy inteligente; yo le enseñé francés y ella, a cambio, me enseñó su lenguaje. De este modo pasamos muchas horas agradables (La debutante).

«Pase entonces», dijo ella. «Vea usted, solamente uso esponjas vivas: es más sano». Las esponjas nadaban en la leche por todos lados, le costaba atraparlas. Tenía un sirviente que la ayudaba de tanto en tanto con un largo gancho (La orden real).

Allí había una cama que contenía una mujer inmóvil y probablemente muerta. Me pareció que llevase mucho tiempo allí, ya que la cama estaba cubierta de hierbajos. «La riego cada día», dijo el frutero pensativamente (El enamorado).

Cuando el tío Samuel Carrington veía la luna llena, no podía evitar reírse. Una puesta de sol ejercía el mismo efecto sobre la tía Edgeworth. Estos dos hechos hacían sufrir mucho a mi pobre madre, quien tenía una cierta reputación social (El tío Sam Carrington).

Hay más historias en este libro, por supuesto: la del movimiento dadá y surrealista; la del amor entre Leonora y Max; la de la imprenta G.L.M. que lo imprimió. Y esto mismo que les cuento, también esta es otra de esas historias, y aquí la escribo para que no se me olvide.

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Índice de cuentos

La dama oval (La dame ovale).

La debutante (La débutante).

La orden real (L’ordre royal).

El enamorado (L’amoreux).

El tío Sam Carrington (L’oncle Sam Carrington).

Algunas notas editoriales y bibliográficas

Carrington, L. La dame ovale. Paris: GLM, 1939.

Carrington, L. La casa del miedo. Memorias de abajo. México D. F.: Siglo XXI, 1992.


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